En el reino de fantasía, y tras una revolución, la imaginación por fin llegó al poder. Y lo primero que decidieron las fuerzas gubernamentales fue cambiar el nombre al antiguo reino. Tras un acuerdo consensuado optaron por denominarlo “La república independiente de tu casa”. Lamentáblemente, “Ikea” se les había adelantado, con lo cual tuvieron que reunirse nuevamente para elegir otra solución, ya que era imposible que existieran dos repúblicas con el mismo nombre. Tras largas deliberaciones, resolvieron que el país se denominaría en lugar de reino de fantasía, “la república de mirinda”, a fin de cuentas, simplemente era cambiar una monarquía por una república, y el nombre de un refresco como la "fanta" por otro que era la "mirinda". Pero entonces, parte del populacho, adictos a otro tipo de refrigerios como el kas o la coca-cola, amenazaron con alzarse en revuelta contra el poder establecido. ¡Y qué decir de los entusiastas de las bebidas alcohólicas en lugar de los piscolabis!. Totalmente desilusionados se sentían nuevamente marginados por la actual administración al igual que ya lo habían sido anteriormente en el antiguo Reino. ¿Por qué no denominar al actual país "la república de Grimberger" o la de "Lagavulin"?. Ciertamente el país era un caos, y la república derivaba en anarquía. Como todo era un desconcierto y confusión, tras otra reunión, decidieron denominar al estado “la república del guirigay”. La solución final gustó, dado que por al menos medía a todos por el mismo rasero. Ni unos refrescos por encima de otros, ni un tipo de bebidas aperitivas por encima de otras espirituosas. Hasta que una persona anónima alzo la voz de nuevo:
¿Por qué la república del guiri gay?. ¿Acaso el guiri va a tener más derechos que el oriundo?. ¿Y qué pasaba con los heteros, iban a tener ahora menos privilegios que los bujarras?.
Cuando todo parecía abocado a un fatal desenlace, a alguien se le ocurrió el nombre de “república de utopía”. El nombre convenció definitivamente, así que en la nueva república todos fueron felices y comieron perdices…
POSDATA
Alguien sugirió que un cuento que era de una república no podía acabar con un “fueron felices y comieron perdices”, dado que ese era el final oficioso de los cuentos de principes y princesas…y nuevamente se armó la marimorena.
Ernetti
¡HIMNO DE RIEGO, MENEA EL BULLARENGUE...!.
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