
Ernetti era eficaz en su labor. Muy eficaz.
Sus superiores estaban sorprendidos de que su porcentaje de asuntos resueltos fuese del 100%, mientras que los restantes inspectores apenas si alcanzaban un pírrico 30%.
Cada vez que pedía refuerzos, los agentes se lo encontraban con el delincuente esposado, o con la banda acorralada sin opción alguna a escapar.
Decían que Ernetti se adelantaba al delito. Como un "precog". Pero lo cierto es que el inspector sólo soñaba cómo los cacos iban a desplegar sus golpes. Se introducía en sus sueños, y por eso era capaz de anticiparse a sus decisiones.
Pero un día Ernetti no llegó a tiempo, sus compañeros lo miraban extrañados, rodeándolo mientras el yacía a media altura, mientras intentaba abrir los ojos, y se desperezaba de un soporífero letargo...
Cuando por fin pudo abrirlos del todo, vio a Marta, la Sra. de Ernetti, que le recriminaba por qué no había bajado la basura aun.
Mientras tanto la televisión seguía encendida y Ernetti se aferraba con fuerza a un mando a distancia.
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