
Siendo un famoso cocinero especializado en las confituras, lo cierto es que desde pequeño siempre había soñado con ser físico teórico, aunque los derroteros de la vida lo encauzaron a terminar entre las perolas. Pero a las noches, después de acabar la dura jornada laboral y ya en casa, leía a Penrose, a Feynman, a Kaku y fantaseaba con las nuevas partículas descubiertas no hace muchos años: positrones, gravitones, neutrinos…Se imaginaba en el acelerador de partículas haciendo colisionar haces de protones y descubriendo el bosón de Higgs. Lamentablemente para él, la única circunferencia en la que podía hacer colisionar algo era en las sartenes de su cocina.Y, a pesar de que su nombre no quedará en las crónicas de la historia por descubrir ninguna desconocida partícula cuántica, si acabará en los anales de la repostería por hallar una nueva y sublime delicatessen producto de colisionar en una de sus marmitas un phoskito con un tigretón y resultar de ello un sabor único en un irrepetible pastel : el PHOSKITRON
Ernetti
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